En
la mesa estaba aquel pastel que esperaba por los niños, mientras una mosca
rodeaba su crema, cada plato estaba asignado para los angelitos, nada podía
faltar, también había leche con chocolate y pan de miel. Harvey estaba ansioso,
quería que llegaran los otros niños para jugar, los había citados para las seis de la tarde, y nada
podía fallar.
Harvey
siendo un niño tan pequeño apenas podía sentarse en su silla, estaba emocionado
y solo quería que sus amigos llegaran, le gustaba jugar con los soldaditos de
plomo y los autos de carrera, llevaba varias horas de anhelosa agonía, pues
desde que se había levantado muy temprano en la mañana que sentía las ganas de jugar.
Poco
a poco los niños comenzaron a llegar, y a Harvey se le ponían los ojitos cada
vez más brillantes, la luminosidad de su carita tan clara y diáfana lo hacía
soñar e imaginar cómo sería su cumpleaños. Los niños se fueron sentando uno a
uno según sus puestos asignados, y juntos a ellos también comenzaron a llegar
sus padres.
Una
vez llegados todos los padres y al verse sentado en la cabecera de su mesa, la
madre de Harvey prendió las velitas de la torta, cumpliría solo cinco años,
pero él sentía que llevaba grandes aventuras a su cuesta, pensaba que jamás los
adultos lograrían entender lo feliz que era en la mayoría de sus aventuras, y
menos lograrían entender la felicidad que le causaba tener tanta gente con
quien jugar en su cumpleaños.
Todo
no podía estar mejor, había llegado el momento de apagar las velas, en ese
instante John, el padre de Harvey se acerca a su pequeño hijo y lo levanta cuidadosamente para que apague las velas del pastel y en seguida le dice:
-Debes
pedir tres deseos hijo mío. -A lo que
Harvey responde-
-claro
que si papito-
Todos
los invitados observaron como el pequeño Heavy pedía sus deseos con su carita
de luna a la luz de la vela.
Al
apagarse las velas se escucharon gritos y aplausos de alegría, después
alguien dice:
-prendan
la luz-
En
ese entonces vino un silencio preocupante; todos los niños se encontraban en la
mesa menos Harvey, los demás niños comenzaron a reír por la broma de su
juguetón amigo; entonces comenzaron a buscarlo por toda la casa y sus habitaciones, pero no lo encontraron en
ningún lado, pasaron varios minutos, cuando alguien del patio de la casa grita,
-
¡Cielo santo que es lo que está pasando!
Al
llegar todos la patio pudieron percatarse que John, se balanceaba sobre su hijo
con una violencia impresionante, nadie entendía realmente lo que estaba
pasando, pero al tener mas nitidez de lo que presenciaban vieron que del cuello
de Harvey colgaba algo extraño y su padre intentaba sacárselo, era un
murciélago y tenia incrustado sus dientes en el cuello del niño, succionándole
lentamente la sangre.
La situación comenzó a desesperar a todos en
la casa, mientras pasaba los segundos el niño se desvanecía tendido en el pasto
del jardín, John lloraba de la desesperación junto a su hijo al ver que no
podía arrancar al animal de su cuello, en un instante de paroxismo corre hacia
la cocina en busca un cuchillo, se
acerca al niño y comienza a darles estocadas al animal, después de varios
punzasos ya no podía diferenciar cual era la sangre de su hijo y de la
malavenida criatura, es ahí donde se da cuenta de lo terrible del panorama, al
verse con el cuchillo en la mano y lleno de sangre en el rostro de su hijo,
ante la mirada atónita y desesperada de todos los niño, pensó en lo peor; en
ese mismo momento comenzó rápida mente a revisar a su hijo por todos lados, el
niño estaba muy debilitado pero aun sus ojitos brillaban como al comienzo de su
cumpleaños.
Tenía
dos orificios muy profundos en su cuello, pero no pudo encontrar alguna otra
herida cortante, John pudo suspirar tranquilo, después de una ahogada bocanada
de terror y espanto. Su hijo aun respiraba, pero su pulso estaba bajando, le
limpio las heridas con algodón y agua oxigenada; le dijo a su esposa que
llamara a una ambulancia mientras el cuidaba del pequeño niño.
Los
demás amigos de Harvey estaban paralizados del terror y ninguno se atrevía a
asomarse al jardín, y algunos de ellos decidieron marcharse a sus casas junto
con sus padres.
La
situación parecía controlada, el niño ya se sentía un poco mejor, John lo
acompañaba todo el tiempo a su lado, y le curaba sus heridas una y otra vez,
mientras su madre miraba con los ojos vidriosos a su familia.
Llego
la ambulancia, y los paramédicos dijeron que las heridas ya estaban curadas
gracias a la pronta intervención de su padre, y que el niño debía tomar reposo
por unos días, le recetaron medicinas
para controlar la fiebre.
Ya
era de noche y todos se habían ido a sus
hogares, nadie en los siguientes días se atrevieron a llamar a la
familia, aun se sentían impactados por lo sucedido, sobre todo por la
desesperación de John por su hijo.
Al pasar las horas, el niño yacía en su cama,
Cuando despertó vio que su padre estaba acostado a su lado, sentía dolor en su
cuello y con su manito se tocaba las vendas.
-¡Papá! ¡Papá!, despierta-
-
¿Qué me paso Papá?-nada hijito, solo fue un accidente-
-¡Me
duele Papi, el cuello me arde!
-
¿Cómo te arde? –siento mi cuello inflamado-
Al
escuchar que el niño decía eso, John se preocupo demasiado y comenzó a retirar
las vendas del cuello y vio algo horrible, sus heridas estaban infectadas y la
inflamación se propagaba por todo el cuerpo y cara del niño, salía por las
heridas del cuello una especie de pus verdoso y amarillento, la fiebre dominaba
su rostro.
-¿Qué
me pasa Papi?-preguntaba el niño con penosa aflicción.
-nada
hijo mío solo trata de descansar-
Poco
a poco John fue notando que el aspecto físico de su hijo comenzaba a cambiar,
su cabeza estaba más prensada y su boca más filuda, sus ojos parecían dos aceitunas gelatinosas, y una
mácula negra comenzaba a aparecer en su rostro, al revisar su barriga notó que
la textura de su piel estaba áspera, y que las venas de su cuerpo comenzaban a
transparentarse por encima de la piel.
No
podía creer lo que le estaba sucediendo , ni menos podía imaginar cómo se lo
diría a su esposa, reflexiono unos minutos y decidió no contárselo hasta que
tuviera certeza de lo que estaba ocurriendo, pensó que de cualquier manera ella
no tendría la fuerza y el coraje de ver como su hijo se transformaba en un
mounstro, así que se paró de la cama, fue al sótano de la casa y llevo algunas
cosas, comidas, frazadas, leche, saco un colchón antiguo de su pieza y lo bajo
al sótano. Aprovecho que el niño estaba dormido y lo cogió lentamente hasta
dejarlo en aquel lugar, lo acurruco con unas frazadas y enseguida lo dejo
encerrado bajo llave. Después volvió a la cama con su esposa y se acostó
sigilosamente.
Cuando
despertó se dio cuenta que su esposa no estaba en la cama, y se levantó
asustado, comenzó a revisar la casa por todos lados y se dirigió inmediatamente
al sótano. Cuando entro se dio cuenta que su esposa sostenía a Harvey en sus
brazos, y seguido de un llanto desgarrador exclamo.
-¡Que
le sucede a mi hijo, Dios mío!- ¡Que le pasa!
John
estaba sin habla, no sabía cómo consolar a su esposa, se dio cuenta que el niño
estaba muy mal, su rostro estaba completamente deformado, en su boca se
asomaban unos colmillos amarillos, y de su espalda salía una protuberancia, que
habría las carnes de su omoplato, su cuerpo entero estaba cubierto de escamas
con pelillos diminutos. No daba señal de
estar vivo y el llanto de su madre era cada vez más aterrador.
De
pronto sintieron que una de las ventanas del sótano se quebró, y desde afuera
un rayo de sol entraba con fuerza, les pegaba directo cegándoles los ojos, entre la luz y sombra pudieron ver
que por la ventana se asomaba algo que parecía ser unas alas de algún tipo de
ave de gran tamaño, y después una cabeza oscura y peluda con orejas
puntiagudas, era un murciélago gigante, entrando por la ventana del sótano,
John y su esposa no tenían ninguna expresión en su rostro, estaban totalmente
paralizados. La criatura los miraba con unos ojos endemoniados, de su boca caía
un fluido extraño y pegajoso, John tomo a su hijo y le dijo a su esposa que se
quedara detrás de él, la criatura lo miro fríamente y John comprendió que
quería llevarse a su hijo, al pequeño Harvey, en un instante pensó en lo feliz
que estaban todos en su cumpleaños, en
los regalos, en su niño jugando en el jardín y que la vida ahora le arrebataba
su hijo de una extraña forma, y le grito a la criatura.
-¡Yo
no quise matar a tu hijo, pero estaba matando al mío!
John dejo al niño a
los pies de la criatura, mientras que con sus garras fibrosas lo arrastraba de los pies.