¿Se puede ver a alguien
por una sola vez y obsesionarse por completo?
Fue lo primero que pensé
cuando la vi en aquella librería. En una tarde en que solo el hastío me
acompañaba, nació “Ella” de la nada.
Paseaba por el stand de
las novelas románticas, cuando se me acercó una joven:
-¿Te puedo ayudar en
algo?-
-¡No!, muchas gracias,
Respondí muy tímido.
Ella se volteó hacia la
sección de biografías,- Y en seguida rectifico-.
-¡Sí! En realidad me
puedes ayudar, busco algún compilado de artistas literarios-
La joven me miró sin
entender, quizás no fui suficientemente
claro al expresarme; lo cierto, es que su mirada paralizó todos mis sistemas y me
quede tieso como una vil estatua.
Una asistente que
escuchaba todo en la librería le llama y dice:
-“Paloma”-
-¡Toma este libro! Es lo
que anda buscando.
Y así bramo su nombre
como el vuelo de las aves “Paloma” sonó como un suspiro mágico en mi oído, y un
escalofrío furioso se disipó en todo mi cuerpo.
Me quede un buen rato en
la librería -pensando- observando cómo
se deslizaba de un extremo a otro; ella tomaba algunos libros que la gente
solicitaba, hablaba, pero no podía escucharla, solo veía el movimiento de sus
labios, su abrir y cerrar de boca sublime, su pelo rojizo, sus manos blancas; la
miro en silencio, trato de que no se dé cuenta, y se me vienen todas aquellas
preguntas tontas que suele suceder en ansiosas situaciones:
- ¿Cómo acercarme a
ella? ¿Qué le puedo decir? ¿A qué hora saldrá?-
En ese infame segundo,
el más corto y fugaz de toda mi existencia, ella me estaba sonriendo; reía como
un ángel, y yo haciéndome el estúpido, escondido detrás de un libro de Poesía.