domingo, 10 de noviembre de 2013

PALOMA



¿Se puede ver a alguien por una sola vez y obsesionarse por completo?
Fue lo primero que pensé cuando la vi en aquella librería. En una tarde en que solo el hastío me acompañaba, nació “Ella” de la nada.
Paseaba por el stand de las novelas románticas, cuando se me acercó una joven:
-¿Te puedo ayudar en algo?-
-¡No!, muchas gracias, Respondí muy tímido.
Ella se volteó hacia la sección de biografías,- Y en seguida rectifico-.
-¡Sí! En realidad me puedes ayudar, busco algún compilado de artistas literarios-
La joven me miró sin entender, quizás no fui  suficientemente claro al expresarme; lo cierto, es que su mirada paralizó todos mis sistemas y me quede tieso como una vil estatua.
Una asistente que escuchaba todo en la librería le llama y dice:
-“Paloma”-
-¡Toma este libro! Es lo que anda buscando.  
Y así bramo su nombre como el vuelo de las aves “Paloma” sonó como un suspiro mágico en mi oído, y un escalofrío furioso se disipó en todo mi cuerpo.
Me quede un buen rato en la librería -pensando-  observando cómo se deslizaba de un extremo a otro; ella tomaba algunos libros que la gente solicitaba, hablaba, pero no podía escucharla, solo veía el movimiento de sus labios, su abrir y cerrar de boca sublime, su pelo rojizo, sus manos blancas; la miro en silencio, trato de que no se dé cuenta, y se me vienen todas aquellas preguntas tontas que suele suceder en ansiosas situaciones:
- ¿Cómo acercarme a ella? ¿Qué le puedo decir? ¿A qué hora saldrá?-

En ese infame segundo, el más corto y fugaz de toda mi existencia, ella me estaba sonriendo; reía como un ángel, y yo haciéndome el estúpido, escondido detrás de un libro de Poesía.