jueves, 23 de agosto de 2012

LA TINA


Fue un día bastante agitado para Bahira. Estaba cansada y lo único que quería era llegar pronto a  su casa y tomar un baño de tina caliente.

 La oficina cerraba a las 07:00 en punto y solo le quedaba firmar los últimos documentos  para salir a la hora.
Cuando ya hubo terminado su trabajo, pensó en pasar al supermercado y comprar comida árabe, se dijo así misma: -sería una buena idea para la cena- 
Era un día martes, y el aburrimiento se apodera de la ciudad, nadie quiere vivir así, tan acelerado; ver como camina la gente sonámbulamente por las calles sucias, o por el metro, o bien cualquier lugar donde haya un tumulto con  caras opacas, se vuelve insoportable a simple vista.

Al  llegar a su departamento, se saco inmediatamente los zapatos taco alto, camino por el corredor hasta llegar al baño, abrió la llave de la tina de agua caliente  y comenzó a llenarla, saco unos frascos con sales de baño de sabor a chocolate que le regalo su novio, prendió un incienso de menta, limpio el vapor del espejo para ver su rostro, mientras saboreaba el lápiz labial de sus labios. Estaba todo listo.

Empezó a desvestirse lentamente,  por su piel resbalaban sus prendas, las fue lanzando suavemente por todo el departamento.  Luego dejo la comida en el horno para que no se enfriara.
Cuando ya estuvo llena la tina, se mojo los labios, y entro en ella con una pulcritud que solo  una mujer comprendía, se enjuago la cara e  inhaló agradablemente el aroma de menta, cerro sus ojos,  sintió el agua por todo su cuerpo, se imaginó el mar, una playa de blancas arenas, con una soledad que solo a ella entendía, se concentró en el agua, y la vislumbro desde la punta de sus pies hasta su cara.
 ¡Por fin estoy relajada! - pensó-
Después de haber tenido un día tan agitado, este era su gran premio. Todo iba muy bien en su plan nocturno, cuando en un instante se produjo un silencio que la descontrolaba, era un silencio ruidoso e inquietante, abrió sus ojos un poco preocupada, se quedo callada para ver si oía algo en el departamento, pero no se escucho nada, quiso salir de la tina y ponerse la bata he ir a revisar, pero el estado de éxtasis que le provocaba el agua la tenía muy relajada, así que se quedo dentro de ella sin dudar un segundo más.
Volvió a cerrar los ojos, y en un santiamén se produjo la misma sensación de silencio que la había incomodado, estiró su elegante cuello y miró para todos los lados, pero no veía nada, solo sentía esa sensación de silencio extraño que tanto la inquietaba.

Al sacar las manos del agua comienza a observarlas, y en una de sus uñas nota algo inusual, tiene un pedazo de piel incrustado, vuelve a mirar para ver si era real lo que veía, era un resto de piel ¿de quién?­- Se dijo-.  ¿No será de mi propia piel?
Comenzó a revisarse todo el cuerpo y vio que se había pasado a llevar la pierna con la uña, era su propia piel, entonces se asusta, pero no siente dolor  en ninguna parte -¡qué diablos!- Cuando de pronto se dio cuenta que por la herida comenzó a salir un chorro de sangre, no era nada significante, decide limpiarla con jabón y se restregó con una esponja.
 Al terminar decidió cerrar nuevamente los ojos para relajarse por un rato, cuando los volvió abrir noto que el agua de la tina estaba totalmente roja, exclamó: -¡Qué está pasándome!-  Y volvió a revisar su herida, ahora estaba más grande y salía mucha sangre de su pierna; el vapor del agua estaba en todos lados y se sintió bastante mareada, intento mover sus piernas, pero no lo consiguió, pensó en pedir ayuda, pero sabía que nadie la escucharía pues estaba demasiado lejos de la puerta, además, el teléfono estaba en el living y ni siquiera tenía fuerzas para levantarse.
Con la desesperación que sentía Bahira, solo buscaba la forma de tener calma y esperar que la sangre parara de salir de su pierna, la apretó fuertemente para hacer presión en ella con sus manos, pero el agua hacia que fluyera la sangra por sus dedos y cada vez con más intensidad.
Después de varios minutos no aguanto más y se puso a llorar desconsoladamente, lloró con desesperación, y se dijo internamente: -¡Como pudo  terminar así mi día!- Si estaba todo tan bien. Enseguida comienza a observar sus piernas, estaban más delgadas, sus músculos contraídos y su piel más débil, no puede creer lo que está viendo, en un instante de paroxismo le dio un arrebato de locura que la dejo en un shock permanente, que la llevó a lastimarse  la otra pierna, se infirió varias heridas más con las uñas que comienzan a sangran simultáneamente y con más fluidez.
¡Grita!, ¡Grita! desesperada, siente que no puede moverse, la tina sangrienta rebalsaba hasta el borde, el baño se estaba inundando, el agua rojiza salía por la puerta, ya estaba muy agotada de gritar sin ser escuchada.
Sus piernas comenzaron a temblar y a convulsionar en el agua ensangrentada, los espasmos reiterados hacia que el dolor estuviera adormecido, sus ojos rojos y cristalizados, como lagrimas mortales,  su mirada perdida en el cielo, en las uñas descansa su piel atrapada. En un intervalo de lucidez lograr cerrar la llave de la tina y el agua comienza irse poco a poco, pero los resto de carne y piel trancaban el paso del agua por el conducto, lo que provoca que comience a succionar con más presión, y con su piel debilitada la succión era un arma mortal, sus piernas comenzaron a desintegrarse con el poder de la succión, mientras las convulsiones se incrementaban sin piedad, los restos de carne y piel comenzaron a flotar en la tina, una gota de sangre se encerró en una burbuja, su cabeza estaba inclinada y yacía inerte, el agua rosaba sus labios, se había desmayado y sus piernas se desangraban, mientras que en sus sueños viajaba por el tubo del desagüe en dirección hacia al mar.



miércoles, 27 de junio de 2012

EL CUMPLEAÑOS






En la mesa estaba aquel pastel que esperaba por los niños, mientras una mosca rodeaba su crema, cada plato estaba asignado para los angelitos, nada podía faltar, también había leche con chocolate y pan de miel. Harvey estaba ansioso, quería que llegaran los otros niños para jugar, los había  citados para las seis de la tarde, y nada podía fallar.
Harvey siendo un niño tan pequeño apenas podía sentarse en su silla, estaba emocionado y solo quería que sus amigos llegaran, le gustaba jugar con los soldaditos de plomo y los autos de carrera, llevaba varias horas de anhelosa agonía, pues desde que se había levantado muy temprano en la mañana que sentía  las ganas de jugar.
Poco a poco los niños comenzaron a llegar, y a Harvey se le ponían los ojitos cada vez más brillantes, la luminosidad de su carita tan clara y diáfana lo hacía soñar e imaginar cómo sería su cumpleaños. Los niños se fueron sentando uno a uno según sus puestos asignados, y juntos a ellos también comenzaron a llegar sus padres.
Una vez llegados todos los padres y al verse sentado en la cabecera de su mesa, la madre de Harvey prendió las velitas de la torta, cumpliría solo cinco años, pero él sentía que llevaba grandes aventuras a su cuesta, pensaba que jamás los adultos lograrían entender lo feliz que era en la mayoría de sus aventuras, y menos lograrían entender la felicidad que le causaba tener tanta gente con quien jugar en su cumpleaños.
Todo no podía estar mejor, había llegado el momento de apagar las velas, en ese instante John, el padre de Harvey se acerca a su pequeño hijo y lo levanta  cuidadosamente para que  apague las velas del pastel  y en seguida le dice:
-Debes pedir tres deseos hijo mío.  -A lo que Harvey responde-
-claro que si papito-
Todos los invitados observaron como el pequeño Heavy pedía sus deseos con su carita de luna a la luz de la vela.
Al apagarse las velas se escucharon gritos y aplausos de alegría, después alguien  dice:
-prendan la luz- 
En ese entonces vino un silencio preocupante; todos los niños se encontraban en la mesa menos Harvey, los demás niños comenzaron a reír por la broma de su juguetón amigo; entonces comenzaron a buscarlo por toda la casa y sus  habitaciones, pero no lo encontraron en ningún lado, pasaron varios minutos, cuando alguien del patio de la casa grita,
-  ¡Cielo santo que es lo que está pasando!
Al llegar todos la patio pudieron percatarse que John, se balanceaba sobre su hijo con una violencia impresionante, nadie entendía realmente lo que estaba pasando, pero al tener mas nitidez de lo que presenciaban vieron que del cuello de Harvey colgaba algo extraño y su padre intentaba sacárselo, era un murciélago y tenia incrustado sus dientes en el cuello del niño, succionándole lentamente la sangre.
 La situación comenzó a desesperar a todos en la casa, mientras pasaba los segundos el niño se desvanecía tendido en el pasto del jardín, John lloraba de la desesperación junto a su hijo al ver que no podía arrancar al animal de su cuello, en un instante de paroxismo corre hacia la cocina en busca  un cuchillo, se acerca al niño y comienza a darles estocadas al animal, después de varios punzasos ya no podía diferenciar cual era la sangre de su hijo y de la malavenida criatura, es ahí donde se da cuenta de lo terrible del panorama, al verse con el cuchillo en la mano y lleno de sangre en el rostro de su hijo, ante la mirada atónita y desesperada de todos los niño, pensó en lo peor; en ese mismo momento comenzó rápida mente a revisar a su hijo por todos lados, el niño estaba muy debilitado pero aun sus ojitos brillaban como al comienzo de su cumpleaños.
Tenía dos orificios muy profundos en su cuello, pero no pudo encontrar alguna otra herida cortante, John pudo suspirar tranquilo, después de una ahogada bocanada de terror y espanto. Su hijo aun respiraba, pero su pulso estaba bajando, le limpio las heridas con  algodón  y agua oxigenada; le dijo a su esposa que llamara a una ambulancia mientras el cuidaba del pequeño niño.
Los demás amigos de Harvey estaban paralizados del terror y ninguno se atrevía a asomarse al jardín, y algunos de ellos decidieron marcharse a sus casas junto con sus padres.
La situación parecía controlada, el niño ya se sentía un poco mejor, John lo acompañaba todo el tiempo a su lado, y le curaba sus heridas una y otra vez, mientras su madre miraba con los ojos vidriosos a su familia.
Llego la ambulancia, y los paramédicos dijeron que las heridas ya estaban curadas gracias a la pronta intervención de su padre, y que el niño debía tomar reposo por unos días,  le recetaron medicinas para controlar la fiebre.
Ya era de noche y todos se habían ido a sus  hogares, nadie en los siguientes días se atrevieron a llamar a la familia, aun se sentían impactados por lo sucedido, sobre todo por la desesperación de John por su hijo.
Al  pasar las horas, el niño yacía en su cama, Cuando despertó vio que su padre estaba acostado a su lado, sentía dolor en su cuello y con su manito se tocaba las vendas.
-¡Papá!  ¡Papá!, despierta-
- ¿Qué me paso Papá?-nada hijito, solo fue un accidente-
-¡Me duele Papi, el cuello me arde!
- ¿Cómo te arde? –siento mi cuello inflamado-
Al escuchar que el niño decía eso, John se preocupo demasiado y comenzó a retirar las vendas del cuello y vio algo horrible, sus heridas estaban infectadas y la inflamación se propagaba por todo el cuerpo y cara del niño, salía por las heridas del cuello una especie de pus verdoso y amarillento, la fiebre dominaba su rostro.
-¿Qué me pasa Papi?-preguntaba el niño con penosa aflicción.
-nada hijo mío solo trata de descansar-
Poco a poco John fue notando que el aspecto físico de su hijo comenzaba a cambiar, su cabeza estaba más prensada y su boca más filuda, sus ojos  parecían dos aceitunas gelatinosas, y una mácula negra comenzaba a aparecer en su rostro, al revisar su barriga notó que la textura de su piel estaba áspera, y que las venas de su cuerpo comenzaban a transparentarse por encima de la piel.
No podía creer lo que le estaba sucediendo , ni menos podía imaginar cómo se lo diría a su esposa, reflexiono unos minutos y decidió no contárselo hasta que tuviera certeza de lo que estaba ocurriendo, pensó que de cualquier manera ella no tendría la fuerza y el coraje de ver como su hijo se transformaba en un mounstro, así que se paró de la cama, fue al sótano de la casa y llevo algunas cosas, comidas, frazadas, leche, saco un colchón antiguo de su pieza y lo bajo al sótano. Aprovecho que el niño estaba dormido y lo cogió lentamente hasta dejarlo en aquel lugar, lo acurruco con unas frazadas y enseguida lo dejo encerrado bajo llave. Después volvió a la cama con su esposa y se acostó sigilosamente.
Cuando despertó se dio cuenta que su esposa no estaba en la cama, y se levantó asustado, comenzó a revisar la casa por todos lados y se dirigió inmediatamente al sótano. Cuando entro se dio cuenta que su esposa sostenía a Harvey en sus brazos, y seguido de un llanto desgarrador exclamo.
-¡Que le sucede a mi hijo, Dios mío!- ¡Que le pasa!
John estaba sin habla, no sabía cómo consolar a su esposa, se dio cuenta que el niño estaba muy mal, su rostro estaba completamente deformado, en su boca se asomaban unos colmillos amarillos, y de su espalda salía una protuberancia, que habría las carnes de su omoplato, su cuerpo entero estaba cubierto de escamas con pelillos diminutos.  No daba señal de estar vivo y el llanto de su madre era cada vez más aterrador.
De pronto sintieron que una de las ventanas del sótano se quebró, y desde afuera un rayo de sol entraba con fuerza, les pegaba directo cegándoles  los ojos, entre la luz y sombra pudieron ver que por la ventana se asomaba algo que parecía ser unas alas de algún tipo de ave de gran tamaño, y después una cabeza oscura y peluda con orejas puntiagudas, era un murciélago gigante, entrando por la ventana del sótano, John y su esposa no tenían ninguna expresión en su rostro, estaban totalmente paralizados. La criatura los miraba con unos ojos endemoniados, de su boca caía un fluido extraño y pegajoso, John tomo a su hijo y le dijo a su esposa que se quedara detrás de él, la criatura lo miro fríamente y John comprendió que quería llevarse a su hijo, al pequeño Harvey, en un instante pensó en lo feliz que estaban  todos en su cumpleaños, en los regalos, en su niño jugando en el jardín y que la vida ahora le arrebataba su hijo de una extraña forma, y le grito a la criatura.
-¡Yo no quise matar a tu hijo, pero estaba matando al mío!
John dejo al niño a los pies de la criatura, mientras que con sus garras fibrosas  lo arrastraba de los pies.    



martes, 24 de enero de 2012

EL ROSTRO




Cuando despertó en la camilla sintió que sus quemaduras hinchaban su piel, su rostro tenía un aspecto líquido y vidrioso. El tic-tac del reloj en la pared lo estaba volviendo loco, y no podía escuchar con claridad, los pasos lejanos de los enfermeros, pensó por un momento que alguien lo visitaría, pero abandono la idea; se dijo asimismo: ahora sí, estoy agobiado. 
Al darse cuenta de los infortunados sucesos; que parecían lejanías del inconsciente, lo hizo entrar en una realidad intolerable, se estaba pudriendo poco a poco y no había nada que podía hacer; mientras más pensaba en el salvajismo de su fatal accidente, en la hechicería bucanera del fuego en el auto, no lograba llegar a una salida y la demencia lo desgarraba poco a poco; cada día se vio en la orilla de un sueño fatídico, con lágrimas en los ojos se dio  cuenta que llevaba meses despertando y durmiendo en el mismo sueño, también recordó que estaba abandonado en un viejo hospital y que probablemente nadie lo extrañaría.
Cada pensamiento es un espanto, tener que buscar como armar el rompecabezas, en aquellos espasmo de luces sin sentido, donde su mente está perdida, solo de una cosa esta seguro; que siente mucho dolor y que su rostro es la misma hoguera del infierno, que va a explotar en cualquier momento; se quedó pensando por un largo tiempo en su rostro y la imagen de aquella vanidad juvenil que lo estremecía, quizá quiera intentar pararse caminar, ir al baño y ver por el espejo la gravedad del asunto, pues es lo único que puede acercarlo a una sincera verdad, y así,  poder controlar sus pensamiento y emociones que día a día lo atormenta en su mente; pero tiene un grave problema; se encuentra inmovilizado producto de las quemaduras, se siente como una momia que el tiempo ha olvidado en la gehena, tal vez sean los sedantes que mantienen su cuerpo sin dolor o bien ya está acostumbrado a la tortura que producen las quemaduras; de cualquier modo no podrá conciliar el sueño sin saber el estado de su rostro, unido a un cuerpo inerte, y  saber realmente qué es lo que le ocurrió en el pasado de su memoria; y porqué.
Cada noche sus alaridos sobrehumanos gimen por los pasillos, sus gritos son como agujas en el oído; y ya me siento intranquilo, me duele escuchar su dolor, su grito adolorido ha enfriado mi corazón como un hielo. –Pienso–: tengo que ir a su habitación y ayudarlo, contarle lo sucedido y porqué está en este lugar, pero el terror y  el pánico invade mi voluntad. 
Las enfermeras tiene dos turnos, el segundo comienza a las 06: 30 PM hasta el otro día, quizás pueda escabullirme en el intervalo de la media hora y hacerle una visita a mi esclavo amigo del dolor.
El sol comienza a esconderse en la ventanilla de mi habitación, espero el momento indicado para realizar mi huida, el pasillo por fin se encontraba solo, comienzo a caminar encuclillas a la alcoba de mi amigo, al llegar a su puerta note que decía: Habitación 606, Paciente, Emilio Barbarie; la puerta estaba entreabierta y una tibia brisa entraba de la ventanilla del balcón, mi amigo estaba acostado en su camilla y el panorama era mucho más tétrico que sus gritos y espasmos nocturnos, tenia vendas por todo el cuerpo y siluetas de sangre que trasparentaba sus yagas, las deformidades de su rostro eran notoriamente irreparables, uno de sus ojos, sin parpado, se asomaba  entre las vendas de su cabeza; sin pupila, sin vida, ni oscuridad, ni luz, un ojo en la desolación; debo esperar a que despierte y poder contarle lo sucedido, quiero dejar en paz por fin su amargura; pero lo único que siento es pavor y miedo. Estaba pensando en aquello, cuando escucho un la voz fría que dice:
-¿Quién eres tú?
-Hola Emilio, soy yo…, tu…
-¿Qué es lo que me paso? Siento mi rostro que va a explotar, me duele la cabeza –interrumpió.
-tuviste un accidente automovilístico, venias de la playa y el auto se volcó, estuviste casi dos minutos expuesto al fuego vivo, tú te imaginaras que….
- no me digas nada, no me digas nada –susurró sin remediar.
-¿Y dónde está mi hermano? –preguntó
-tu hermano no logro vivir al accidente, el se quedo atrapado en el…
-no me digas nada, no me digas nada, solo tráeme un espejo del baño
-pero Emilio tú no estás…
-solo ¡tráeme el espejo, dije!, -insistió el enfermo.  
Fui a buscar el espejo y comprendió que lo que  iba a ver  no sería fácil, al verse reflejado en el espejo exclamo: ¡pero si este es el mejor rostro que he tenido en mi vida hermano mío! Y luego sonrió tétricamente.
Al día siguiente, las enfermeras como de costumbre pasaron por el corredor donde estaba la habitación 606, una de ellas intento abrirla, pero la puerta no se abrió, estaba sellada. En ese preciso momento un empleado del hospital terminaba su rutina, y una enfermera  que pasaba le pregunta:
-Señor, ¿Por qué se encuentra cerrada esta habitación?
A lo que el auxiliar contesta:
-Señorita, Esta habitación lleva más de diez años sellada, y nunca nadie me ha explicado por qué.

Me arrodillé delante de ellos, les grité, intenté tocarlos con mis manos, pero no logré hacerlo. Luego comprendí que de aquella habitación, no saldré jamás.